No era linda, quiero decir que no era una máquina máquina,
por lo menos con una rueda que da vueltas o un pito que echa un chorro de
vapor. Parecía una estufa de fierro negro, con tres patas combadas, una puerta
para el fuego, otra para el veneno y de arriba salía un tubo de metal flexible
(como el cuerpo de los gusanos) donde después se enchufaba otro tubo de goma
con un pico. A la hora del almuerzo mamá nos leyó el manual de instrucciones, y
cada vez que llegaba a las partes del veneno todos la mirábamos a mi hermana, y
abuelita le volvió a decir que en Flores tres niños habían muerto por tocar una
lata.
Ya habíamos visto la calavera en la tapa, y tío Carlos buscó una cuchara
vieja y dijo que ésa sería para el veneno y que las cosas de la máquina las
guardarían en el estante de arriba del cuarto de las herramientas. Afuera hacía
calor porque empezaba enero, y la sandía estaba helada, con las semillas negras
que me hacían pensar en las hormigas.
Después de la siesta, la de los grandes porque mi hermana
leía el Billiken y yo clasificaba las estampillas en el patio cerrado, fuimos
al jardín y tío Carlos puso la máquina en la rotonda de las hamacas donde
siempre salían hormigueros. Abuelita preparó brasas de carbón para cargar la
hornalla, y yo hice un barro lindísimo en una batea vieja, revolviendo con la cuchara
de albañil. Mamá y mi hermana se sentaron en las sillas de paja para ver, y
Lila miraba entre el ligustro hasta que le gritamos que viniera y dijo que la
madre no la dejaba pero que lo mismo veía. Del otro lado del jardín ya se
estaban asomando las de Negri, que eran unos casos y por eso no nos tratábamos.
Les decían la Chola, la Ela y la Cufina, pobres. Eran buenas pero pavas, y no
se podía jugar con ellas. Abuelita les tenía lástima pero mamá no las invitaba
nunca a casa porque se armaban líos con mi hermana y conmigo. Las tres querían
mandar la parada pero no sabían ni rayuela ni bolita ni vigilante y ladrón ni
el barco hundido, y lo único que sabían era reírse como sonsas y hablar de
tanta cosa que yo no sé a quién le podía interesar. El padre era concejal y
tenían Orpington leonadas. Nosotros criábamos Rhode Island que es mejor
ponedora.
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