Desata polémicas y abofetea a comisarios, galeristas,
críticos y artistas con sus artículos y conferencias. Hace un par de años le
preguntó a la autora de una instalación: «¿Consideras que un balde de agua es
arte porque agrega un comentario tuyo a la realidad?» Penosamente, la artista
balbuceó bajo las cámaras de Milenio TV. La temida inquisidora, luego de
agradecer sus respuestas y despedirla, la remató sin pestañear: «Estamos en la
época en que la mera intención hace arte de un balde.
Para mí, esto no es arte». La filmación, alzada en YouTube,
se hizo viral de inmediato. Es la archienemiga del «arte contemporáneo VIP»,
aclamada y repudiada en el mundo entero, y hoy entrevistada por nuestro
reportero de guerra, Samuel Bossini, en exclusiva para los lectores del
Suplemento Cultural. Ladies & Gentlemen, con ustedes… Avelina Lésper.
Cuando Avelina Lésper habla de las malas artes del mercado,
no afecta solo al ámbito de las artes plásticas, sino también al conjunto de
una sociedad que baila en torno a ese concepto tan abstracto y, a la vez, tan
poderoso. Sus cuestionamientos son, por momentos, duros, pero quizá sea más
duro aún lo que cuestiona. Al comenzar este diálogo, decido abordarla con una
pregunta general, aunque personal también, en tanto que indaga en su búsqueda y
su sensibilidad: de dónde parte ella para hacer el análisis de una obra.
¿De dónde parte Avelina Lésper para hacer el análisis de una
obra?
Soy observadora de arte desde la infancia; a los dieciséis
años conocía los grandes museos de México, de Nueva York y de Europa. Ahora la
gente antepone información y conceptos al ver, vivir y estudiar la obra misma.
Yo parto del impacto que la obra tiene en mí. Cuando observé que el discurso de
los curadores, críticos y académicos contradecía la realidad de las obras para
designarlas como arte, decidí decir lo que veo y lo que pienso.
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