jueves, 7 de enero de 2016

Avelina Lésper: «El arte contemporáneo es una farsa» - Parte 3

¿Los suplementos culturales forman parte del mecanismo del mercado?

Los suplementos y las revistas de arte promueven la especulación y son cómplices del fraude. Las revistas de arte son parte de un negocio que exalta el lujo, como las de moda o las de decoración. Han puesto el arte al mismo nivel que un par de zapatos o un coche.

¿Su opinión sobre las instalaciones?

No son arte ni escultura. Son decoración y basura; no es un adjetivo, es la realidad: llevan basura, desechos orgánicos, trastos. Y aunque los teóricos las justifican, la prueba de que no son arte es que fuera del museo pierden su condición de tal y retoman su valor original: son otra vez trastos, juguetes, sillas rotas, focos, objetos que no merecen estar en un museo.

¿No podemos esperar hoy nada de la frivolidad, como sí fue posible hacerlo con el Art Nouveau?

El Art Nouveau no es frívolo: es uno de los estudios más serios de las formas botánicas en el arte. Frívolas son las exposiciones de selfis, los performances, las obras de artistas como Marina Abramovic, la cama sucia de Tracy Emin o los puntos de Hirst. La frivolidad es pretenciosa y fatua, y así es el arte contemporáneo VIP, vacío e inflado con dinero.

¿Qué opina de la educación artística actual??



Están engañando a los jóvenes. Adiestrándolos para que sean funcionales al mercado. No desarrollan talento. Los jóvenes creen que salen de la escuela convertidos en artistas, y no saben dibujar, pintar, trabajar materiales. Aprenden a producir la verborrea suficiente para justificar que sus fotos del Facebook se presenten como arte. El arte toma años, exige la vida, es aprendizaje diario. Pero si matar un animal es arte, ¿quién necesita estudiar? Nadie.

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