domingo, 19 de junio de 2016

LAS TRES PRINCESAS DE LA MONTAÑA AZUL - Parte 5

Tamaña felonía indignó al soldado, que anunció:
- ¡Mañana seré yo quien se quede, y el maldito enano llevará su merecido!
Al día siguiente salieron a cazar el capitán y el teniente, recomendando al soldado que se cuidara.
En cuanto Osvaldo quedó solo, apareció renqueando el personaje.
Saludó al soldado y le pidió una limosna, desviando hipócritamente su aviesa mirada.
- No tengo dinero, buen hombre - contestó Osvaldo - ; pero - agregó - os invito a comer conmigo esta yunta de faisanes. Mientras lo pelo, podríais ayudarme trayéndome un poco de leña para asarlos.
Os mostraré dónde está y cómo se la corta.
Condujo al viejo al cobertizo, tomó un hacha que allí había y con un golpe en un grueso leño hizo una muesca en la que metió una cuña.
- Inclinaos bien - dijo - , para ver cómo debéis hacer.
Obedeció el enano rezongando un poco, aunque sin desconfiar.
Cuando Osvaldo vio que su larga barba entraba en la incisión, retiró la cuña, y el brujo quedó sujeto al leño.
- Y ahora - lo íntimo, amenazándolo con el hacha - me diréis dónde están las princesas a las que llevó el torbellino de nieve.
El viejo, muerto de miedo, se apresuró a contestar.

- Mirando al Este, encontraréis una altísima montaña, tan azul que parece tallada en zafiro.
Subid a la cumbre, hasta llegar a un cuadrado de verde césped en cuyo centro hay una losa.
Levantadla y veréis la boca del abismo. Debéis descender, y en sus profundidades encontraréis el sitio donde se hallan las princesas. Os advierto que no creo que podáis soportar las pruebas del agua y del fuego por las que tendréis que pasar. Y ahora, soltadme, ¡por favor!
Satisfecho, el valiente joven dejó en libertad al enano, que huyó dando alaridos.
Cuando el capitán y el teniente se enteraron del éxito del soldado, lo felicitaron calurosamente, y de común acuerdo se dirigieron en busca de la montaña, no sin antes recoger un gran cesto lleno de cuerdas que encontraron en la cocina.
Vieron la montaña, cuyo brillo casi los cegaba; se acercaron a ella y trataron de orientarse para escalarla.


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