domingo, 18 de junio de 2017

Reflexiones sobre afinación - Parte 1


Afinar cantando es reproducir con la voz exactamente la melodía que deseo. Primero debo escucharla internamente. Es el resultado de una buena escucha interna, a veces combinada con una externa. En ocasiones solamente se necesita una buena imaginación melódica, que puede estar acompañada por una armonía (imaginaria) o no. Por supuesto, en el caso de que exista un desarrollo armónico, (ejecutado por instrumento o por otras voces) una buena escucha de él. 
Esto parece una destreza, y algunos lo idealizan y lo llaman “don”, pero no creo que sea así.
El oído es un sentido muy particular, ya que no se puede “cerrar”. Se supone que oímos (los que tenemos esa suerte) todo el tiempo, todas las fuentes sonoras que llegan a nosotros. Pero entonces: ¿por qué algunos afinan y otros no lo logran?
Antes de responder a esta pregunta haré un paseo por algunas relatividades, que creo que vienen al caso:
Hay varias definiciones de “afinación” en el canto: para un músico instrumentista, por ejemplo, no será lo mismo que para un cantante. Quizás el instrumentista cuando cante no pretenda llegar a una perfección en cada nota que emita, y se conforme con reproducir aproximadamente la melodía en cuestión. Para un cantante lírico no será lo mismo que para uno de música popular. 
Dentro del canto “erudito” también hay diferencias entre uno de ópera o música de cámara y uno de música contemporánea. Y dentro de la música llamada popular se podrán hacer miles de distinciones, ya que cada estilo tiene sus propias leyes, inflexiones, aproximaciones y emocionalidades que hacen de la palabra “afinar” un término muy relativo: bossa nova, jazz, rock, folklore, cantos indígenas, étnicos varios, canciones de autoría propia. 

Además, cada persona llegará en sus pretensiones de afinación, así como en sus estudios musicales, hasta donde tenga la necesidad. Por otro lado, seguramente, la profundización de sus estudios de instrumentos, técnica vocal, armonía, intervalos y lectoescritura musical (orientada a la percepción), hagan crecer su destreza y flexibilidad auditiva. El ritmo no queda afuera de estas apreciaciones. Las capacidades rítmicas van de la mano de todas las demás capacidades musicales. 

Y cuando hablo de “capacidades rítmicas” no me refiero solamente a la capacidad de tocar percusión o batería. (Parece una obviedad, pero se suele hacer discriminación en este sentido). Esta es sólo una de las capacidades rítmicas posibles. El ritmo en la música comprende a todas las áreas, estilos y a todos los instrumentos y la voz: la flexibilidad del fraseo de un cellista o un flautista (o un cantante) en una melodía lenta (o rápida) es también una capacidad rítmica, así como las complejidades de algunas músicas africanas, por citar algún ejemplo.

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