miércoles, 26 de julio de 2017

Henrik Ibsen - Parte 2



Como director del teatro de Bergen, Ibsen intentó crear un drama nacional, tarea difícil ya que si bien podía utilizarse como base el rico acervo de las sagas islandesas medievales, la escena de su país estaba dominada por la dramaturgia francesa de Scribe (que daba prioridad a lo ingenioso de la intriga sobre la profundidad de los personajes), y por el idioma y la tradición histriónica danesas.

La experiencia que ganó en Bergen tuvo para él un valor incalculable. Como director del teatro de Cristianía, ya casado con Suzannah Thoresen, exhibió una autoridad y confianza en sus propias ideas que antes no había mostrado. 

Esto se advierte en su drama Los pretendientes de la corona(1863), que forma parte de una serie de tema histórico y en el que, con reminiscencias de Shakespeare y gran precisión psicológica, trata el tema de la dificultad del ser humano de encontrar su misión en la vida.

Con Brand (1866) y Peer Gynt (1867), dos dramas en verso, Ibsen hace su entrada en la literatura universal. Si Brand representa la toma de posición apasionada, los temas centrales dePeer Gynt son la duda, la ambigüedad, la huida al mundo de la fantasía. 

El predicador Brand es el idealista que lo sacrifica todo en aras de su misión. Sus exigencias tienen un carácter absoluto, no sabe de matices. El mensaje de la obra es, en cambio, más contradictorio. ¿Es Brand un mártir de la verdad o una víctima de sus propias exigencias inhumanas? Peer Gynt es en cambio una leyenda romántica, con rasgos realistas modernos, más audaz que Brand desde el punto de vista teatral. Su protagonista es una figura fáustica, a la vez un soñador romántico y un monstruo de egoísmo.


En el decenio de 1870 Ibsen abandona el teatro de ideas por el drama social realista. La primera obra de este período (y la primera que escribió en prosa) fue Las columnas de la sociedad(1877), que trata de los conflictos sociales y del choque de lo antiguo con lo nuevo. Pero el verdadero éxito le llegó con Casa de muñecas (1879), en la que por primera vez aparece la voz auténtica del autor.


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