El "fenómeno Zizek"
Slavoj Zizek es el único filósofo vivo que puede preciarse
de arrastrar a cientos de personas a escuchar una charla sobre filosofía. Quizá
porque a su psicoanálisis de corte lacaniano y su defensa de la vigencia del
marxismo, mezcla un irreverente humor y un encendido uso de referentes de la
cultura popular. El esloveno visita España para ofrecer dos conferencias que
ejemplifican su eclecticismo: Alegato a favor de un socialismo burocrático en
el CBA y Lecciones del "airepocalipsis" en el Museo Reina
Sofía.
Una especie de "fenómeno Zizek" se está viviendo
estos días en Madrid con la visita del filósofo esloveno. Centenares de
personas hacían cola ayer por la tarde a las puertas del Círculo de Bellas
Artes para escuchar una charla deSlavoj Zizek (Liubliana,
1949), uno de los pensadores más importantes de la actualidad, cuyo eco
mediático es comparable al de una estrella de la música o a un deportista
famoso. Aunque a priori, mezclar el psicoanálisis lacaniano con el cine de
Hollywood o la dialéctica marxista con la literatura de Kafka o Shakespeare, no
debería ser suficiente para alentar a las masas. A todo ello Zizek une una
personalidad única alejada de la visión del erudito tradicional sobrio y
moderado. Excesivo, brillante, provocador, efectista, y cercano, su irreverente
humor (reflejado en obras como Mis chistes,
mi filosofía) y su prolijidad textual y verbal (habla ante cualquier
auditorio y escribe sobre todos los temas imaginables), hacen de él un pensador
accesible y omnipresente en nuestro mundo actual que sirve de reclamo por igual
a lectores de filosofía y a consumidores de vídeos de YouTube, donde es
ampliamente seguido.
Dicho lo cual, no debemos llevarnos a engaño. Por mucha referencia a la cultura
popular, y muy cercanos que nos suenen sus conceptos a la hora de expresarse,
Zizek no es un pensador fácil, y su objetivo no pasa tanto por vulgarizar lo
más elevado como elevar a concepto lo aparentemente más vulgar. Esto es
aplicable a su charla de ayer en el CBA, donde el filósofo defendió la
"necesidad de reinventar el socialismo burocrático". Al comenzar a
hablar, Zizek ya advirtió a los centenares de asistentes que su conferencia iba
a ser "ingenua y bruta", pues estuvo encaminada a pedir un proceso
invisible que resuelva las cuestiones más engorrosas de la cotidianidad.
"Me asquean los movimientos revolucionarios que se quedan en los miles de
manifestantes en plazas como Tahrir o Síntagma. No me impresiona. Esto es muy
fácil de conseguir, el verdadero cambio es el cómo evolucionamos cuando se
vuelve a la vida cotidiana".
Porque para Zizek, "el problema de la izquierda al
tomar el poder es cómo desenvolverse en el día a día". Y por eso plantea
que "cuando se critica la alienación de la sociedad deberíamos recordar
que su supervivencia depende precisamente de una densa trama de mecanismos
institucionales alienados: ¿de dónde vienen el agua y la electricidad?, ¿quién
garantiza la aplicación de la ley?, ¿a quién recurrimos para la asistencia
sanitaria?", se pregunta el filósofo. Por ello opina que las luchas por la
emancipación quizá deberían cambiar de objetivo y dejar de perseguir la
superación de la alienación para centrarse en reforzar una forma correcta de
alienación. "Nuestra vida sí debería estar estructurada en instituciones
fijas, pero en instituciones fijas diferentes. Esa es la manera para superar la
fase inicial de las revoluciones multitudinarias. Cuanto más se autorregula la
comunidad, con más fluidez e invisibilidad ha de funcionar esta red",
asegura, poniendo como ejemplo, cómo no, la película V de Vendetta.
"Deberíamos hacer la segunda parte, porque, ¿cómo reorganizan el aparato
del Estado una vez están al frente?".
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