sábado, 4 de enero de 2014

La doble trampa mortal - Parte 2


El director del aeródromo hizo las presentaciones. Ferrain estrechó fríamente la mano enguantada de la muchacha. Ella le miró a los ojos, y pensó: "Un hombre sin reacciones. Debe ser jugador". 
Quizá la muchacha no se equivocaba; pero no era aquel el momento de pensar semejantes cosas de Ferrain. El aviador estaba profundamente disgustado al verse mezclado en aquel horrible negocio. El mecánico se acercó al director, y éste se alejó. Estela, que miraba las plateadas alas del avión reposando como un pez en la pradera verde, volvió sus ojos a Ferrain. 
-¿Ha estado usted con el señor Demetriades? 
-Sí. 
-Supongo que estará enterado de todo. 
-Me ha dicho que me ponga por completo a sus órdenes. 
-Entonces iremos primero a Xauen, y luego tomaremos rumbo a Melilla. 
-¿Sus documentos están en orden? 
-Por completo... ¿Conoce usted Xauen? 
-He estado dos veces. 
-De Xauen podemos salir después de almorzar. Esta noche cenaremos juntos en París. ¿Conforme? 
-¡Encantado! 
-¿Cuándo salimos? 
-Cuando usted diga. 
-Me pondré el overol, entonces.-Ya ella se marchaba para la toilette del aeródromo con su bolso de mano; pero bruscamente se volvió. Sonreía, un poco ruborizada, como si se avergonzara de una posible actitud pueril. Dijo: -Teniente Ferrain, no se vaya a reír de mí ¿Tiene usted paracaídas? 
Ferrain permaneció serio. 
-Puede usar el mío, si quiere. Yo jamás he necesitado de ese chisme.
-Es que soy supersticiosa. Hoy he visto un funeral. Y la primera inicial del paño fúnebre era la letra "E". 
Ferrain la miró sorprendido: 
-¡Es curioso! Yo me llamo Esteban. ¿Por quién sería el augurio?...
La espía no sonrió. Un poco desconcertada, observó a Ferrain, y luego balbuceó: 
-¡Es curioso! 
Ferrain miró el cielo azul de la mañana recortándose sobre las montañas verdosas, y replicó: 
-Tendremos un viaje serenísimo. No se preocupe. 
Ella, con ágiles pasos, marchó a enfundarse en su overol. 
Ferrain se dirigió a su aparato. A medida que transcurrirían los minutos, el disgusto por su misión aumentaba su volumen sombrío. ¿Cómo se había dejado atrapar por aquel Demetriades? Algunos mástiles se alejaban del dique hacia Gibraltar. Ferrain pensó con envidia que en los puentes irían pasajeros dichosos. Cierto es que esa noche cenaría en París. ¡Cuántos sacrificios costaba un ascenso! De modo que esa hipócrita, con su aspecto de mosquita muerta, había hecho asesinar a Desgteit y a Mahomet "el Cojo"? ¿Qué aventuras la habrían conducido al Servicio de Contraespionaje? De haber estado en sus manos, borraría a Ceuta del mapa. Miró con rabia al mecánico, que terminaba de llenar el tanque de nafta. Algunos pájaros saltaban en la hierba; más allá, los portones de cine de un hangar se abrían lentamente. Y él, por esa mala pécora...
Sonriendo, con su bolso de mano, apareció la señorita Estela. Evidentemente, era elegante. Ella lo envolvió en su aterciopelada mirada azul, que escapaba de sus pupilas abiertas como abanicos. Ferrain apartó los ojos de ella. Acaba de representársela destrozada en un roquedal, las entrañas derramándose entre los dientes rotos. La señorita Estela, cruzándose de brazos frente a él, dijo: 
-¡Lista! 
Ferrain se acercó penosamente al aparato. Ella caminaba a su lado alargando el paso y charloteando como una colegiala maliciosa. 
-¿Cómo está el señor Demetriades? ¿Siempre paternal y cínico? Supongo que le habrá contado... 
Ferrain la miró desafiante: 
-¿Contado qué? 
-Nuestras dificultades. 
Ferrain cortó en seco: 
-Usted perdone. El señor Demetriades me ordenó que la buscara a usted, y que eludiera toda conversación confidencial respecto al servicio. 
La respuesta de Ferrain fue oportuna y adecuada. Estela pensó: "Este imbécil teme que le estropee la foja con algún chisme", y acto seguido cambió de conversación y de tono: 
-¿Cree usted que habrá elecciones en España? 
Ferrain la soslayó: 
-Posiblemente. . . Se habla de la chance del bloque popular. ¿Cree usted en esa ensalada? 
Ferrain sonrió eficiente: 
-El bloque es un disparate. Gil Robles gobernará a España. La CEDA es el único partido serio. Electoralmente, el bloque popular está condenado al fracaso. Azaña es un literato. 
Habían llegado al avión. Subió Ferrain, y el mecánico la ayudó a Estela. Ella recogió el paracaídas y se cruzó el correaje bajo las axilas. 

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