Para el autor de La microfísica del poder, el
análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones: 1)
Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o
ilegitimidad del poder, y 2) Dominación - represión, presentada en términos de
lucha - sumisión. El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía,
ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia
existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder
soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese
poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el
representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como
funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño
relaciones de dominación bien especificas que tienen su configuración propia y
su relativa autonomía".
El poder se
construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos,
independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran
estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente
enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el
análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino
más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos
infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y
observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados,
transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más
generales.
En Los intelectuales
y el poder, Foucault argumenta que después de mayo de 1958, los intelectuales
han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para conocer --saben
mucho más--, pero existe un sistema de dominación que obstaculiza, prohibe,
invalida ese discurso y el conocimiento. Poder que no sólo se encuentra en las
instancias superiores de censura sino en toda la sociedad. La idea de que los
intelectuales son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma
parte de ese sistema de poder. El papel del intelectual no residiría en
situarse adelante de las masas, sino en luchar en contra de las formas de poder
allí, donde realiza su labor, en el terreno del "saber", de la
"verdad", de la "conciencia", del "discurso"; el
papel del intelectual consistiría así en elaborar el mapa y las acotaciones
sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla, y no en decir cómo
llevaría a cabo. En La microfísica del poder indica que "el poder no es un
fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de
un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde
cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo
soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en
cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de
algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular.
Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de
sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del
poder ni son siempre los elementos de conexión El poder transita
transversalmente, no está quieto en los individuos". Aunque este párrafo
pudiera hacer pensar que Foucault disuelve, desintegra el principal tipo de
poder, el estatal, o que no lo reconoce, en otro apartado habla del concepto de
subpoder, de los pequeños poderes integrados a uno global. Reconoce al poder
estatal como el más importante, pero su meta es tratar de elaborar una noción
global que contenga tanto al estatal como aquellos poderes marginados y
olvidados en el análisis.
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