Miró hacia atrás. La loma se veía claramente a la luz del
sol, con la gente encima, y las relucientes llantas de las ruedas del
carromato. Pahom calculó que había caminado cinco kilómetros. Estaba más
cálido; se quitó el chaquetón, se lo echó al hombro y continuó la marcha. Ahora
hacía más calor; miró el sol; era hora de pensar en el desayuno.
-He recorrido el primer tramo, pero hay cuatro en un día, y
todavía es demasiado pronto para virar. Pero me quitaré las botas -se dijo.
Se sentó, se quitó las botas, se las metió en el cinturón y
reanudó la marcha. Ahora caminaba con soltura.
"Seguiré otros cinco kilómetros -pensó-, y luego giraré
a la izquierda. Este lugar es tan promisorio que sería una pena perderlo.
Cuanto más avanzo, mejor parece la tierra."
Siguió derecho por un tiempo, y cuando miró en torno, la
loma era apenas visible y las personas parecían hormigas, y apenas se veía un
destello bajo el sol.
"Ah -pensó Pahom-, he avanzado bastante en esta
dirección, es hora de girar. Además estoy sudando, y muy sediento."
Se detuvo, cavó un gran pozo y apiló hierba. Bebió un sorbo
de agua y giró a la izquierda. Continuó la marcha, y la hierba era alta, y
hacía mucho calor.
Pahom comenzó a cansarse. Miró el sol y vio que era
mediodía.
"Bien -pensó-, debo descansar."
Se sentó, comió pan y bebió agua, pero no se acostó,
temiendo quedarse dormido. Después de estar un rato sentado, siguió andando. Al
principio caminaba sin dificultad, y sentía sueño, pero continuó, pensando:
"Una hora de sufrimiento, una vida para disfrutarlo".
Avanzó un largo trecho en esa dirección, y ya iba a girar de
nuevo a la izquierda cuando vio un fecundo valle. "Sería una pena excluir
ese terreno -pensó-. El lino crecería bien aquí.". Así que rodeó el valle
y cavó un pozo del otro lado antes de girar. Pahom miró hacia la loma. El aire
estaba brumoso y trémulo con el calor, y a través de la bruma apenas se veía a
la gente de la loma.
"¡Ah! -pensó Pahom-. Los lados son demasiado largos.
Este debe ser más corto." Y siguió a lo largo del tercer lado, apurando el
paso. Miró el sol. Estaba a mitad de camino del horizonte, y Pahom aún no había
recorrido tres kilómetros del tercer lado del cuadrado. Aún estaba a quince
kilómetros de su meta.
"No -pensó-, aunque mis tierras queden irregulares,
ahora debo volver en línea recta. Podría alejarme demasiado, y ya tengo gran
cantidad de tierra.".
Pahom cavó un pozo de prisa.
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