Entonces, es necesario ser prudentes al elegir a nuestros
confidentes para que este tipo de relación enriquezca nuestra vida y favorezca
nuestro crecimiento. Igualmente es necesaria tener la seguridad de la
aceptación de quien escucha la confesión, así como que los terapeutas, confidentes
o confesores se hallen libres de tendencias a culpar, descalificar o rechazar a
la persona que acude.
Es de la mayor
importancia que quien recibe una confidencia tenga un genuino interés por el
bienestar de quien se confiesa, así como una adecuada perspectiva de las consecuencias que podría tener su
respuesta o consejo.
La Psicoterapia
Todo lo mencionado
anteriormente se encuentra íntimamente relacionado con la psicoterapia, pues
esta se ocupa de aquellas experiencias que se han convertido en fuente de
tensión al interior de estructura mental, produciendo desgaste de energías
psíquicas, ocultando la real fuente del dolor interior, mermando la
productividad de la persona y su capacidad de gozar de la vida. Convirtiéndose
por ello en motivo de psicoterapia.
En la
psicoterapia quien acude a consulta busca resolver el origen de sus problemas y
dar a su vida un nuevo sentido, pero esta vez libre de conflictos interiores.
Durante el
proceso el paciente hace un “acto de fe” en la humanidad (mas que nada, en la
suya propia) deposita su confianza en el psicoterapeuta y lo convierte en su
confidente, amparado en el secreto profesional el consultante vuelve al
psicoterapeuta en el depositario de su historia personal, incluso de aquellos
secretos que intuye puedan estar vinculados al origen de sus problemas o que
aparezcan espontáneamente durante la consulta; dentro de este contexto el
terapeuta conduce la relación hacia la exploración y re elaboración de las
experiencias no digeridas.
Es requisito indispensable
la existencia de una alianza entre el paciente y el terapeuta, pues de otra
forma no sería posible abordar los temas vinculados a los “núcleos de
conflictos”. Si el consultante no deposita su confianza y se compromete a
facilitar activamente la revisión del material que se va a trabajar se perderá
valioso tiempo en juegos neuróticos y diversas formas de resistencia a la
terapia. Muchas veces, a
pesar de acudir regularmente a consulta, el paciente inconscientemente trata de
sabotear el accionar del terapeuta, aunque parezca contradictorio, algunos
pacientes se resisten a dejar el “equilibrio” existente aunque sea inadecuado y
frustrante, pero conocido y “confiable”
hasta el momento.
El primer lazo
de confianza permite al terapeuta acompañar al paciente en su revisión
interior, facilitándole darse cuenta del matiz y valor atribuido a las
distintas experiencias así como en la revalorización de aquellas que a la luz
de la madurez y sistema de valores actuales resulten inadecuadas en la
apreciación guardada en la memoria.
De la evolución
de la relación entre terapeuta y paciente surge un afecto y confianza propios
de la relación terapéutica, los mismos que permiten engarzar la libido o
energía psíquica fijada en la situación traumática, de manera que se facilite la re elaboración y
superación de la misma continuando así con el desarrollo detenido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario