viernes, 13 de abril de 2018

Vicente Arias Castellanos - Parte 2

Una vez en mi poder esos datos y debidamente estudiados, pretendo pues dar siquiera una pequeña idea, o por mejor decir, sacar del ostracismo y del abandono a ese gran constructor manchego de guitarras, que se llamó Vicente Arias Castellanos, y que como podrán comprobar, no merece permanecer por mas tiempo en el olvido más absoluto e ignominioso impropio en un artista de su categoría e importancia. Vicente Arias nace en Alcázar de San Juan, el 27 de Octubre de 1833. 

Era hijo de Juan Arias, del que también se sabe que era molinero, y de Bernabea Castellanos. De sus años de infancia y primeros años de juventud hay una gran laguna, pues no he conseguido obtener información, pero lo verdaderamente cierto es que nos lo encontramos en el año 1851 -cuando cuenta con tan solo 18 años- viviendo ya con sus padres en la plazuela de Dominicas en Ciudad Real, quizás como aprendiz adelantado en algún taller de ebanistería. Según los datos de que dispongo, era el mayor de seis hermanos. El segundo, llamado Gregorio, había nacido en Daimiel. 
Después nacerían ya en Ciudad Real otras dos hermanas más. La primera fue bautizada con el nombre de Regina en el año 1855, y la segunda recibió los nombres de Elisa Francisca Juana, y fue bautizada en el 1857. 
Posteriormente habría otro nacimiento mientras vivían en la calle Mata, 1, sin conocer por ahora el año del natalicio. Es llegado el momento de hablar de la actividad por la que llegó a ser famoso, diciendo que hacia los años 1875 y siguientes, se le empieza a conocer como afamado ebanista, e instalado en la calle Paloma, 12 ó 14, donde tenia ubicado el taller de ebanistería. Para entonces, había fallecido su padre, pues se sabe que su madre, ya viuda, vivía en la calle del Pilar, 1, y que el medio de vida de esta mujer, era regentando un estanco en la calle Arcos, 12. 

Menciona Emilio Puyol que, alrededor de los años 1878-1879, época en la que Vicente Arias ya había adquirido fama como constructor de guitarras y aún vivía en Ciudad Real, el ya conocido guitarrista y compositor Francisco Tárrega le encarga a Arias una guitarra, pero con la circunstancia especial de que fuera un poco más pequeña que el modelo y tamaño que había establecido como norma hasta entonces, con la intención de que se pudiera adaptar mejor a sus características físicas y artísticas. Mucho debió ser el éxito obtenido en su construcción -al compaginar adecuadamente tamaño, calidad de materiales y profundidad de la caja de resonancia-, y tan buen resultado en el sonido que, en lo sucesivo, parece que todas o casi todas las fabricaría en ese tamaño un poco más reducido. Lo que al parecer creó escuela.

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