miércoles, 20 de febrero de 2019

Oscar Aleman - Parte 2



El poeta le escribe a la guitarra del joven Alemán, diciéndole “Tenés en la garganta un zorzal / que torturás, al desgranar tu dolor”, y luego afirma, proféticamente “Anunciás, yo no sé / qué presagio de traición / cuando da tu fatal vibración”.

El verso cobraría sentido un lustro más tarde. Antes, Bueno Lobo y Alemán deberían embarcar hacia Europa, unidos a la compañía del bailarín de tap de Harry Flemming. Para 1932, establecidos en España, la mishiadura lo atacó de nuevo. Sin pan y sin trabajo, Bueno Lobo se enteró que en París Josephine Baker estaba buscando un guitarrista para su orquesta. Ella era la estrella máxima del momento, con un Music Hall que reventaba todas las salas. Lobo dejó entonces a Oscar en Madrid y viajó en secreto a la Ciudad Luz.

Durante la audición, La Baker se interesó por el guitarrista. Tenía buenas referencias de Les Loupes y el brasilero era sin dudas un buen interprete. Sin embargo, sus músicos le soplaron que el verdadero talento era su acompañante. La diva lo despachó gentilmente y llamó a traer a ese negrito que todos sus músicos admiraban. Superado por su discípulo, Bueno Lobo se sintió humillado y volvió a su tierra. Poco tiempo después, sumido en un profunda depresión, se mató. Cuarenta años más tarde en una entrevista a la revista Siete Días, Aleman confesaría que su maestro “cuando supo que yo estaba contratado por Josefina Baker, se suicidó en Brasil, en una plaza”. Para el guitarrista “su muerte y la de mi padre fueron los dos golpes más fuertes de mi vida”.

Unido a los Baker Boys, viviría una década de fama y locura. Recorrió varias veces Europa, África y América, dirigiendo la banda de la Venus del Ébano, la artista por esos tiempos más famosa, deseada y controvertida del mundo. L’enfant terrible, como lo apodó la estrella, era un puntal de la obra: cantaba, bailaba, tocaba el pandeiro, las maracas, cualquier tipo de guitarra y el contrabajo. Además se le animaba a la comedia, imitando a la estrella durante un acto. Durante una visita a París, Duke Elligton quedó maravillado con la destreza del chaqueño. Al final del show, el Duque se acercó a ofrecerle el puesto de guitarrista solista de su Cotton Club Orchestra. El arreglo no pudo prosperar pese al entusiasmo de Alemán, por el empaco de la diva, que se negó a entregar al factotum de su compañía. Algunos sostienen que Alemán y Josephine tuvieron un romance secreto, y usan de prueba de ello la balada “Hombre Mío”, que ella compuso para su guitarrista preferido.

En sus ratos libres, Alemán disfrutaba de la bohemia de un París que era una fiesta. En jam sessions en el mítico Hot Club tocó con Henry Salvador, Billie Coleman y Louis Amstrong, entre otros. Allí se hará amigo del genio máximo de la guitarra en el jazz, Django Reinhardt, con quien solía zapar durante largas horas dentro del carromato gitano donde vivía el belga.
Pero el romance de Oscar Alemán con París terminaría de golpe porrazo, con caída de la ciudad en manos de los nazis. Aunque el guitarrista se anotó como voluntario para combatir en el frente nunca llegó a ser alistado. Atacado por una patota de las SS que lo molió a golpes, fue expulsado del país, sin chance de llevarse sus ahorros y pertenencias.


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