miércoles, 30 de septiembre de 2015
lunes, 28 de septiembre de 2015
Canción para los días de la vida.
Luis Alberto Spinetta.
Este día empieza a crecer
voy a ver si puedo correr
Con la mañana silbándome en la espalda
o mirarme en las burbujas.
Tengo que aprender a volar
entre tanta gente de pie.
Cuidan de mis alas unos gnomos de lata
que de noche nunca ríen.
Si la lluvia llega hasta aquí
voy a limitarme a vivir.
Mojaré mis alas como el árbol o el ángel
o quizás muera de pena.
Tengo mucho tiempo por hoy
los relojes harán que cante
Y la espuma gira en torno a mi piel
me han puesto manos para hablarle
a las cosas de mi.
Y al fin mi duende nació
tiene orejas blancas
como un soplo de pan y arroz
Y un hongo como nariz
cuatro pelos locos
y un violín que nunca calla
solo se desprende y es igual a las guirnaldas.
Este día es algo de sal
me dejó vibrando al nacer
pesa y es liviano como un hilo sin nombre
suena un poco a mi guitarra.
Tengo que aprender a ser luz
entre tanta gente detrás.
Me pondré las ramas de este sol que me espera
para usarme como al aire.
Y es que al fin mi duende se abrió
tiene un corazón de mantel y batón
y un guiño al ver que todo es verdad.
Ya los gnomos cuiden
a un violín que siempre canta
nunca se adormece y es igual a las guirnaldas.
Y es que nunca calla, solo se desprende
y es igual a las guirnaldas.
Soneto IV - Neruda
Aspero amor, violeta coronada de espinas, matorral entre tantas pasiones erizado,
lanza de los dolores, corola de la cólera,
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?
Por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?
Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,
mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.
lanza de los dolores, corola de la cólera,
por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?
Por qué precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre las hojas frías de mi camino?
Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?
Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?
Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,
el alba llenó todas las copas con su vino
y el sol estableció su presencia celeste,
mientras que el cruel amor me cercaba sin tregua
hasta que lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi corazón un camino quemante.
domingo, 27 de septiembre de 2015
Jazz - Los Estilos – Parte 7
Las voces individuales solo por momentos
asoman sobre este tejido, se proyectan de forma inesperada para volver a
sumergirse en el conjunto en un compás neto de 4/4. Nuestro autor propone la
sutil experiencia de percibir cómo los ejecutantes se escuchan
mutuamente en un interesante tipo de coordinación y unidad de conjunto en la
que los músicos van emergiendo, apareciendo sin estridencias. Una
complejidad polifónica con un swing relajado y cómodo que “se sube a la cabeza
igual que una noche cálida de verano en Nueva Orleans con hermosas texturas
instrumental, disciplina y lógica” (ibidem 95).
Es una estructura sonora multilineal pero
no emergen de la trama hebras aisladas. El atractivo de esta música consiste en
este tipo de polifonía, en la que el papel de cada uno de los músicos se
integra en el conjunto de una novedosa y particular manera: como si fueran un
solo instrumento, los músicos, aun yendo muy “libres” no se obstruyen entre
sí, cada uno aporta en su registro y función particular algo
propio dentro de la trama armónico-melódica en la que se percibe nítidamente el
4/4. Puede observarse en grabaciones como Canal
Street Blues, Froggie Moore, o London Café
Blues
Ahora bien, aunque no había solos
improvisados, sí que surgían sorpresas (toleradas en este estilo): los “breaks”, que
en el caso de la Creole Band analizado por Schuller era
la de las dos cornetas de Oliver y Armstrong: “Estos breaks, que
durante mucho tiempo habían constituido una tradición en el estilo de Nueva
Orleans, eran esperados ansiosamente por los oyentes”. La popularidad del break y
la excitación que generaba contribuyó a la eventual expansión del break
solista para llegar al solo [de estilos posteriores]. Pero todavía el
estilo Nueva Orleans conlleva un cierto control del director de la banda, en el
que el break era el máximo de libertad dentro de un formato diseñado
previamente.
Jazz - Los Estilos – Parte 6
El Estilo Nueva Orleans. De lo breaks a los solos.
Tanto las primeras grabaciones de jazz
como las declaraciones de músicos como BuddyBolden confirman que
las características rítmicas de los primeros años en el jazz
denotaban escasas incursiones hacia la concepción más moderna del ritmo en
el jazz: éste fluía levemente, “casi a modo de trote”, escribe
Schuller, en típicos esquemas alegres de notas iguales, estilo que se hallaba
muy cerca del ragtime.
Las grabaciones muestran que el
jazz de Nueva Orleans no cultivaba las improvisaciones en sentido
estricto: había adornos en la melodía pero no improvisación
sobre la base de acordes, e incluía mucha repetición sin variantes. Era más
bien una música fuertemente disciplinada, casi “cerrada” a la
improvisación. Sería el genio de Louis Armstrong el que hizo que se rompieran
estos lazos.
Para confirmar esto, Schuller cita las grabaciones de Kid
Ory en San Francisco del año 1921, entre ellas Ory’s
Creole Trombone. La composición resulta áspera y un tanto
repetitiva, no aparecen ninguno de los breaks típicos, pero
sirve para saber algo del temprano estilo de Nueva Orleans, y si lo oímos hasta
el final comenzaremos a disfrutar de esta música y percibir la calidad del
cornetista Mutt Carey, poco reconocido según observa Schuller.
Nos serviremos de otro ejemplo citado
por nuestro autor para caracterizar el estilo temprano de Nueva Orleans: las
grabaciones que en 1927 realizó la Sam Morgan Jazz
Band, grupo dirigido por Sam Morgan, formado por nueve
músicos que habían permanecido en Nueva Orleans a pesar del éxodo a Chicago de
la mayoría.
Mobile Stomp (1927)
Short Dress Gal (1927)
Over in The Glory Land (1927)
A propósito de qué transmitía esta música
(Schuller, 93-95, citamos algunas frases textuales): “la sensación cálida y
regocijante” de la música instrumental de Nueva Orleans, el “swing” al viejo
estilo, la “exuberancia serena y sin complicaciones”. La textura, de
dos cornetas, trombón con sordina y dos saxos, teje una original trama
polifónica.
Jazz - Los Estilos – Parte 5
Los blues no cambiaron de estilo desde los años 1880 a los años 1920. George Morrison, músico de
principios de siglo, cuenta que entre 1901 y 1911, él, su hermano, su cuñado… no
podían interpretar música “original” (blues…) en su conjunto de cuerdas: el
repertorio era de valses, baladas populares, y “tal como estaban escritas”, es
decir no podían improvisar. No se toleraba ninguna música ruda, vulgar todo era
música refinada, sentimental. Por tanto la mayoría de músicos que poco después
comenzaron a hacer jazz tocaban música “sweet”.
La mayoría de las canciones grabadas antes de 1923 fueron hechas por bandas denovedades, grupos potenciales, germinales de jazz,
forzados por las compañías discográficas a tocar música bailable de consumo, la
que el público demandaba: el jazz todavía no era un bien de consumo, como lo sería solo muy pocos
años después. Hay que esperar a las grabaciones de King Oliver o Louis Armstrong para
encontrar música de especial calidad. También las barreras sociales hacia los
músicos de color impidieron grabaciones anteriores. Por esto los primeros
músicos de jazz solo se dedicaban a esta música de manera marginal y ocasional,
y muchos conocían el repertorio “occidental” y habían recibido una formación
estrictamente clásica.
Resumiendo, los músicos de Nueva Orleans tocaban todo tipo de
música y solo una parte de ella contenía elementos que poco después se
convirtieron en jazz primitivo.Había una especie de música
marginal que estaba al borde del jazz. La música que después
comenzó a ser llamada jazz solo
se interpretaba marginalmente, dependiendo del lugar y extracción social donde
se tocara.
Todos comenzaron a grabar en 1923, que es también el año en que Bessie Smithgrabó
sus primeros discos de blues después
de que Mamie Smith desatara la moda de los blues en 1921.Entonces fue cuando el jazz comenzó a unificarse:
cuando pasó a ser artículo de consumo demandado en las zonas de
entretenimiento de Chicago, Nueva York, Los Ángeles, Kansas City y cuando -casi al mismo tiempo- los
discos de laOriginal Dixieland Jazz Band comenzaron a difundirse.
sábado, 26 de septiembre de 2015
Jazz - Los Estilos – Parte 4
¿Cuándo y cómo surgió el Jazz?
Tras la emancipación de los esclavos, muchos se asentaron en
Nueva Orleans y muchos comenzaron a tocar, sin formación musical reglada, los
blues y los spirituals, pero también en las bandas de la ciudad. A la
vuelta de los entierros las bandas tocaban melodías rápidas en 2/4, como Didn’t He Ramble o When the Saints Go Marching In. Las bandas
abundaron en Nueva Orleans y entre ellas se establecieron competencias
callejeras muy acusadas. Muchos futuros músicos de jazz tocaron en ellas,
aunque eso todavía no era jazz.
Entonces, ¿qué paso se tuvo que dar, podemos decir, para que el
jazz surgiera?¿Cuándo y cómo surgió el jazz? Citamos ideas (no las citamos
literalmente salvo comillas) de Gunter Schuller en su libro El jazz. Sus raíces y su
desarrollo. Pp 80 y
ss.
No existe una fecha de comienzo del jazz como música definida y
autónoma. Se lo suele ubicar entre 1895 y 1917, año en que el término jazz se
generalizó y en el que la Original Dixieland Jazz Band realizó sus primeras grabaciones.
Además parece claro que el jazz temprano surgió en muchos lugares de los
Estados Unidos, no sólo en Nueva Orleans.
Testimonios como el guitarrista Danny Barker recuerdan que a
finales del XIX y principios del XX la forma de entretenimiento musical
más excitante en Nueva Orleans no era las bandas de jazz sino las bandas de bronces,
y el veterano clarinetista Alphonse Picou, de Nueva Orleans, afirmó que la
música que escuchaba a principios de siglo no era ragtime, sino marchas, música
de vientos, de desfiles. Los músicos de la época recuerdan que todavía para los
años 1917 y 1918 no hacían improvisación (no sabían lo que era) sino adornos en
la melodía. Otros testimonios recuerdan que el piano ragtime fue el influjo
principal en la zona de Ohio, y que el cambio al jazz tuvo lugar alrededor de 1912 a 1915, cuando entraron
en las bandas el banjo de cuatro cuerdas y el saxofón. Los ejecutantes
comenzaron entonces a realizar elaboraciones sobre las líneas melódicas, pero
la armonía y el ritmo de las composiciones que tocaban seguía siendo fijo, el
mismo.
Música de bandas, marchas, en la calle, y ragtime instrumental en
los salones de baile.
Y en cuanto a Nueva York, Bushell afirma que a principios de los 20 solo se
podía escuchar blues y verdadero jazz en los cabarets de mala reputación donde
iban las clases inferiores. En el hogar negro de clase media no solía
permitirse interpretar blues y boogie-woogie, pues se asociaba a baja
categoría.
Jazz - Los Estilos – Parte 3
El vaudeville.
Vaudeville (o Ministrel Show): teatrillos musicales, comedia basada en danzas cuentos y música negros,
invención de los USA (según el autor) en el que había coros, músicos, números
cómicos… con un maestro de ceremonias en el escenario que iba presentando al
grupo musical, una fila de comediantes con los rostros pintados de negro de los
que destacaban los hombres de punta, que tocaban o el pandero o los bon, como
castañuelas de hueso. Se basa en costumbres y cuentos de negros, transidas de
cierta sabiduría. Es la forma de diversión más popular entre 1840 y 1900, la
época del alumbrado de gas. Influyeron directamente en las comedias musicales.
Los Christy Minstrels desarrollaron una forma estándar de vaudeille que se hizo
famosa: entrada del coro y hombres de punta cantando y bailando, chistes,
intercambios cómicos, intermedios musicales… baladas y baile. Banjo, pandereta
y bones… luego se agregaron otros instrumentos orquestales. Parte importante
fue el baile llamado Cakewalk,
marcha de pasos altos y saltos al compás sincopado del ragtime, la forma de
música más popular de finales del XIX.
El ragtime procede del piano del sur y
centro de los EEUU, con apogeo desde 1890 hasta 1917, pianistas de bares y
tabernas, como Scott Joplin, negro músico de Texas establecido en Sedalia,
Missouri. Famoso fue su rag Maple Leaf Raf (1899), de estilo sincopado en 2/4
acentuando los tiempos débiles con la mano derecha, no era melancólico como el
blues sino siempre alegre. Dio origen al estilo stride bass (grandes saltos del
bajo con la mano izquierda) en el que destacaron James P. Johnson y Fats
Waller. Por ej Twelfth Street Rag, o Down Home Rag. Es el estilo de los 90. Se
une a esto el smear del trombón, glissandos de deslizamiento que se cruzaba con
el estilo de las bandas callejeras y el piano de pedales del ragtime.
Jazz - Los Estilos – Parte 2
Se habla de las reuniones de los
campamentos por todo el sur a lo largo del siglo XIX, una vez aceptada la religión
protestante mayoritaria (más o menos mezclada con elementos africanos) como
base del negro espiritual.
Puesto que estaba prohibida la danza en
los servicios religiosos protestantes, los negros “burlaron” esta prohibición
tocando palmas y moviendo rítmicamente el cuerpo al tiempo que se cantaban
himnos. Todas las descripciones de la época hablan de su fuerte poder
emocional. De aquí surgían ideas melódicas espontáneas. Las estrofas recitadas
por un solista y cantadas luego por el grupo de himnos. Esto fue adoptado
dentro de la tradición africana del canto responsorial solista/coro.
También se citan las canciones de
trabajo colectivo (estibadores portuarios, presos, obreros, ferrocarril) como
ocasión en que ponían en práctica la música parcialmente inculturada. Los
buenos guías eran muy valorados.
Se cita también el Mardi Grass, último día de carnaval en Nueva
Orleans, con música y danzas, sobre todo los de origen franco-español que
participaban en los desfiles de cuadrillas que se organizaban, en ritmo de 2/4
y 6/8. Melodías como el Tiger Rag,clásicas
del jazz, provendrían de ese contexto. Congo Square, en Nva Orleans, origen de
himnos a ritmo de blues, y tantos famosos intérpretes como Louis Amstrong, King
Oliver, Jelly Roll Morton, incluso posteriores como Al Hirt y Pete Fountain.
viernes, 25 de septiembre de 2015
Jazz - Los Estilos – Parte 1
Antes de los comienzos. Algunas claves sobre los orígenes
históricos del jazz
En el río Mississippi, en Nueva Orleans, según muchos. Otros
mantienen que la música jazz nació más o menos simultáneamente en distintos
lugares de los EEUU y contando con muchas fuentes: la música religiosa, la
antigua música folklórica norteamericana, la música de los minstrel shows
(músicos con cara teñida de negro en vaudevilles), canciones y danzas de
esclavos de origen africano, piano del ragtime, bandas ambulantes. El piano ragtime y las bandas ambulantes son las
fuentes más ligadas al jazz primitivo, el tradicional, que se aleja solo un
punto de la música de las marchas.
Los africanos han aportado mucho, un
estilo de hacer música, libre, rítmico con swing, la emoción con que
interpretan su música folklórica que se transformó después en jazz. En el nuevo
mundo absorbieron la armonía y el concepto de la forma occidental y condensaron
las ideas musicales africanas y europeas, dando un estilo musical que puede ser
llamado afroamericano. Parece que acaban predominando las escalas europeas pero
interpretando con estilo blue, profundo, obsesivo.
Era una música que se alejaba de la
clásica occidental, no se leía, brotaba de dentro, no se copiaba, se producía
en cada momento y contaba mucho la implicación de los intérpretes.
En los EEUU hubo esclavos en las colonias del norte, y cuando se
necesitó mano de obra en los del sur, comenzaron a poblar estas colonias. Fue
de estas poblaciones de esclavos africanos de donde surgen los spirituals , los
blues y los primeros sonidos de la música de jazz.
Puesto que no tenían medios, hacían música con todo tipo de artilugios
caseros. El más importante instrumento musical de los esclavos, además de todo
tipo de percusiones con instrumentos caseros, fue el banjo, se
dice que la versión americana de instrumentos tipo kitar. El más popular en los
orígenes fue el de 4 cuerdas, llamado hoy tenor. Fue usado mucho en las
primeras bandas de jazz, después se abandonó y en los 70 volvió a adquirir
prestigio.
Los esclavos fueron adquiriendo cierta
formación de la música tradicional de los pobladores blancos de las colonias
respectivas, de origen muchas veces inglés, o escocés… y hacían versiones
propias, transformadas.
martes, 22 de septiembre de 2015
domingo, 20 de septiembre de 2015
sábado, 12 de septiembre de 2015
lunes, 7 de septiembre de 2015
domingo, 6 de septiembre de 2015
Sonetos I
Inmóvil en la
luz, pero danzante,
tu movimiento a la quietud se cría
en la cima del vértigo se alía
deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante,
detenido esplendor del mediodía,
sol que no se consume ni se enfría
de cenizas y fuego equidistante.
Espada, llama, incendio cincelado,
que ni mi sed aviva ni la mata,
absorta luz, lucero ensimismado:
tu cuerpo de sí mismo se desata
y cae y se dispersa tu blancura
y vuelves a ser agua y tierra oscura.
Octavio Paz
viernes, 4 de septiembre de 2015
Un místico comprometido – parte 2
El moroso desenvolvimiento de sus narraciones, la humildad
del tono, su anunciada falta de originalidad y de grandeza temática en
historias que, como destaca En vida, “no significan un carajo para nadie, (son)
un montoncito de verdadera tristeza”, muestran un modo muy especial de
aproximación a la materia narrativa. Una insatisfacción que acompaña las idas y
vueltas de héroes cuyas vidas no son heroicas, ni ejemplares, ni típicas, ni siquiera
importantes: hombres que no tienen nada que contar, como no sea la historia de
algún otro; tipos que pueden cruzar la calle o no, torcer para cualquier lado;
gente que “va y viene en un tiempo que jamás se consume”.
Es un tiempo casi sin presente, que sólo vive desde el futuro de la memoria.
Ella mana el presente: “Fue un lindo tiempo, si se quiere, sólo que estaba
destinado a terminar. Todo tiempo está destinado a terminar, naturalmente, y el
principio de uno no es más que el término de otro. Pero en éste resultaba tan
claro que parecía un recuerdo desde el mismo principio” (Alrededor de la
jaula). La falta de certidumbre lleva a la memoria errátil, como a un campo de
producción de una escritura prerepresentativa. ¿Qué es, qué son, si no, ese
espacio lunar, y esa luna presente, y ese barro, en Sudeste? Origen
inapresable, presente sin datos, futuro contingente: se hace necesario recobrar
un tiempo también incontaminado en un espacio restituyente.
Es esta narrativa esencialista la que siempre me conmovió, esa monotonía, esa
persecución de lo fundamental, del ser y no del tener: los seres despojados de
todo (el Oreste de En vida; igualmente, Milo y el viejo, en Alrededor de la
jaula), personas que están frente a la naturaleza y al mundo y a las cosas y a
los otros seres como desnudos, como desapropiados. Una escritura sin duda
también desapropiada, pobre, con la riqueza de lo pobre, de lo trabajado hasta
pelarlo, para quitarle todo lo accesorio y dejar sólo lo sustantivo, lo
inmanente.
Siendo que “el lujo, el atavío y la disipación no son significantes que
sobrevengan aquí o allá, son los perjuicios del significante o del
representante mismo”, cabe preguntarse con Derrida cuál sería el agua, cuál el
barro y cuál la noche, de estos signos.
No parece absurdo pensar que tan radical poética buscó las respuestas, quizá
cerrando la parábola, en un libro como Mascaró el cazador americano, la última
novela del escritor, tan premonitoria inclusive de su propio destino. Aquí, en
esta fantasía donde los mascarones ya no son sólo máscaras sino proas y guías,
la inmersión en un sueño que se quiere colectivo parece anunciar el movimiento
de recuperación, aquel por el que la palabra sería de todos.
A esa extraordinaria coherencia entre escritura y vida, entre acción y
pensamiento, creo que alude el título de esta nota.
Página|12, 30/05/10
jueves, 3 de septiembre de 2015
Un místico comprometido – parte 1
Por Mario Goloboff
Nacido en los suburbios del pueblo pampeano bonaerense de Chacabuco, a los doce
años Haroldo Conti ingresó al Colegio Don Bosco de Ramos Mejía y a los catorce
al Seminario de los padres salesianos, del cual se fue y reingresó dos veces.
En 1944 pasó al Seminario Metropolitano Conciliar y empezó a escribir una
novela misional, Luz en Oriente, se formó en filosofía y comenzó a leer al
padre Leonardo Castellani. Terminó sus estudios en 1954 en la UBA y desde 1956
ejerció como profesor de escuela secundaria en Santos Lugares. Sobre un suelo
místico y existencialista, fueron asentándose en él lecturas de Stevenson,
Melville, Conrad, Gorki y, en otra vertiente, Faulkner, Pavese, Dylan Thomas,
muy probablemente los personajes de Horacio Quiroga y los del uruguayo Juan
José Morosoli.
La obra literaria de Haroldo Conti, que reconoce esas fuentes y otras más,
tiene sin embargo una gran originalidad y una gran fuerza, y es de gran
importancia para la literatura argentina y latinoamericana. Desde una de las
mejores novelas que a mi juicio se han escrito aquí, Sudeste (1962), pasando
por los cuentos de Con otra gente (1972), la novelas Alrededor de la jaula
(1967) y En vida (que recibió el premio Barral, fallado por primera vez, en
mayo de 1971), los relatos de La balada del Alamo Carolina (1975), hasta la
novela Mascaró el cazador americano, Premio Casa de las Américas en 1975, ella
se caracteriza por su homogeneidad y su considerable densidad.
Lamentablemente, no tuve relaciones personales con Haroldo Conti. Fue, sí,
jurado, junto a Humberto Costantini, en un concurso de cuentos de la revista
Microcrítica, en el que participé cuando era bastante joven, y donde me
concedieron una mención, según recuerdo. Es posible que, luego, me haya cruzado
con él en alguna librería o café de los comúnmente frecuentados, pero nada más.
Ni siquiera llegué a tratarlo luego de publicar un largo trabajo sobre su obra
literaria en la revista Nuevos Aires (“Haroldo Conti y el padecimiento de la máscara”),
y cuyo anticipo apareció en La Opinión a fines de 1972, puesto que poco después
me fui. Supe de su secuestro estando en Francia, nos preocupamos y conversamos
mucho de él con Augusto Roa Bastos, mi ocasional compañero en Toulouse, y con
otros exiliados, haciendo lo que se podía para denunciar el atropello y
reclamar su libertad.
No obstante esa falta de trato personal, por su lectura, por lo que sé de su
vida, por lo que cuentan quienes lo conocieron de cerca, me parece que, de las
escrituras con las que tuve contacto, la suya es una de las más parecidas al
hombre que la hizo. No suele ocurrir (más bien, sucede lo contrario) y, por
eso, desde que lo percibí, me llamó y sigue llamándome la atención. El río, las
islas, el viento, el barro, los botes, las lanchas, el barco, el transcurso
casi imperceptible del invierno y del verano, las horas muertas como los peces
moribundos, y la pasividad de los seres: toda esa quietud que rodea y contiene
la vida, admite apenas un leve movimiento de tiempo que se repite, que no
surca, que no avanza, pero que deja huellas. Desde Sudeste, su primera novela,
siempre sería así en los relatos de Haroldo Conti.
martes, 1 de septiembre de 2015
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